Los humanos,
decididos y animados,
pensaban empezar de
cero,
crear un mundo puro y
nuevo
lejos de la barbarie
y el tormento.
Querían prenderlo
todo,
rehacerlo con el
tiempo.
Creyeron evolucionar
destruyendo todo lo
viejo
Pero allá a lo lejos
una figura embozada
con su cabeza
coronada con cuernos
reía, sin parar, a
carcajadas.
Reía porque cada
hombre,
cada mujer y cada
niño,
queriendo librarse
del mal,
queriendo hacer un
mundo bueno,
olvidaban, sin
embargo, arrojarse ellos al fuego.
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