Antes de adentrarnos en
el canibalismo de tipo ritual conviene dar una definición de lo que es
propiamente el canibalismo y los tipos que se distinguen, que no son pocos.
El canibalismo es la
acción, o costumbre, humana de comer carne de individuos pertenecientes a su
misma especie, esto puede ser de forma individual o colectiva. Muchas veces se
ha asociado con la antropofagia, que bien puede ser un sinónimo si se refiere a
la antropofagia por parte de humanos o también, en este caso, es aplicable a
todo ser vivo que coma tejidos humanos, excluyendo la sangre puesto que esto
sería hematofagia.
Aclarado ya el concepto
de canibalismo veamos qué tipos se distinguen dentro del mismo: en primer lugar
tenemos el canibalismo de supervivencia, en este caso el tabú moral establecido
por la sociedad occidental puede eludirse más fácilmente, puesto que este
canibalismo se realizaría como último recurso para sobrevivir a situaciones extremas.
Distinguimos también el canibalismo prehistórico, este se habría dado de forma
previa a toda construcción moral, antes de que el concepto de “hombre” se
definiera por completo, en este caso los individuos de distintas tribus nómadas
no se percibían entre sí como iguales, sino como animales, por ello no es de
extrañar que, por ejemplo, neandertales pudieran formar parte de la dieta de
otros neandertales. Llegamos al tercer tipo, el canibalismo guerrero, el cual
tiene muchas similitudes con el canibalismo ritual, por no decir que este
último es una consecuencia del primero, los guerreros vencedores en la batalla
ingerían la carne de los caídos, en una primera instancia con el fin de evitar
el desaprovechamiento de la carne y con el paso del tiempo diversas
connotaciones de tipo místico y espiritual irían entrando en juego, por ejemplo
el devorar los músculos del enemigo para fortalecerse uno mismo o el honrar a
los muertos, caídos en batalla o no, devorando su cadáver. Finalmente
distinguimos el canibalismo patológico, el cual ha llegado hasta nuestros días,
aquí incluiríamos a todos los individuos que, aun siendo parte de la sociedad,
no acatan sus normas establecidas ni el tabú de comer carne humana,
distinguiríamos aquí a los psicópatas o a los asesinos en serie por un lado y,
por otro, a aquellos que simplemente comen carne humana sin la necesidad de
matar a nadie, estos serían necrófagos. Pero, finalmente, nos centraremos en el
canibalismo ritual, puesto que este es el objetivo del trabajo, el cual hunde
firmemente sus raíces en el canibalismo prehistórico y guerrero.
En la noche de los
tiempos el ser humano, o lo que era entonces el ser humano, vagaba por el
mundo, errático desde que se puso en pie por primera vez, es entonces cuando se
constituyen las primeras tribus nómadas nacidas de la necesidad de protección
de los individuos, nacidas también de la necesidad de algo muy primario: la
supervivencia. Todo esto es anterior al lenguaje, anterior a los conceptos, por
tanto la idea de “hombre” estaba aún por constituir, el ser humano veía como
semejantes a los miembros de su propia familia, o tribu, pero el resto de
tribus se le hacían ajenas a sí mismo, no tenía ningún lazo con ellas y podía,
perfectamente y sin remordimientos, devorar el cadáver de un caído, ya fuera de
su tribu – pese a percibirlos como semejantes- o de cualquier otra.
Distinguimos aquí el exocanibalismo y
el endocanibalismo, el devorar la
carne de enemigos o cualquiera ajeno a la comunidad o el ingerir a los
familiares o personas pertenecientes a la tribu. Hay que tener en cuenta que
todo esto es anterior a toda moral tal y como la conocemos actualmente.
Gracias a numerosos
estudios ha quedado perfectamente demostrado que, en algún momento, el ser
humano fue caníbal, por mencionar algunos estudios de los más importantes
tenemos el descubrimiento realizado en la cueva de Moula-Guercy, cercana al río
Ródano en Francia, aquí un equipo arqueológico descubrieron una notable
cantidad de huesos humanos pertenecientes a el Hombre de Neanderthal junto a
restos de ciervos prehistóricos, la antigüedad, se estima, era de entre 120.000
y 100.000 años. La posición de los huesos fue debidamente cartografiada, se
tomaron notas de las herramientas de piedra presente, de las capas de
sedimentos y los restos animales. Los huesos de neandertal provenían de unos
seis individuos, todos los cráneos presentaban signos de haber sido fracturados
postmortem, también presentaban
marcas de descarnamiento, algunos cortes presentes en las articulaciones del
pie, codos y tobillos demostraban que, intencionalmente, los tendones flexores
de los dedos de los pies y el bíceps, además del tendón de Aquiles, habían sido
seccionados. El uno de los casos la lengua fue cortada y en dos de los
cadáveres más jóvenes en vida el músculo temporal había sido separado
intencionadamente del cráneo. Los tipos de cortes y fracturas que podían
apreciarse en los huesos de los ciervos indicaban que estos habían sido
tratados del mismo modo. Para Defleur, el coordinador de los arqueólogos franceses
y norteamericanos que hicieron el hallazgo, esta era una prueba concluyente de
que los neandertales practicaron el canibalismo. Este Hombre de Neanderthal
incomodó a la comunidad científica durante mucho tiempo, no sólo por su aspecto
un tanto siniestro para los cánones occidentales, sino también debido a la
antropofagia que, más tarde, se descubrió que practicaba. Se pensaba hasta hace
no mucho que, debido a su incapacidad para hablar, la especie se había
extinguido sin más, pero estudios recientes demuestran que poseemos, al menos,
un 5% de material genético proveniente de estos neandertales, dando por falsa
la hipótesis de que se extinguieron ya que, en realidad, se cruzaron con
nuestros antepasados.
Otro de los casos en
los que se demuestra que, en algún momento, todos fuimos caníbales se debe al
descubrimiento realizado por John Collinge en 2003. Poniéndonos en
antecedentes. Tras la II Guerra Mundial, Papúa Nueva Guinea se convirtió en una
colonia australiana, el gobierno trató entonces de poner fin al sinnúmero de
guerras tribales que tenían lugar allí, uno de los agentes destinados en esta
misión pudo apreciar cómo la tribu fore era presa de una extraña enfermedad a
la que denominaban kuru, esta
enfermedad afectaba principalmente a las mujeres adultas en una proporción de 8
a 1 y los varones de la tribu parecían ser inmunes. Estudios posteriores
realizados por Collinge demostraron que esta enfermedad era causada por
priones, de forma similar a la conocida enfermedad
de las vacas locas, y se transmitía de la siguiente manera: Las proteínas
causantes de la enfermedad se alojaban en el cerebro, allí se dividían y
esparcían, cuando este cerebro era ingerido las proteínas pasaban al nuevo
huésped e iniciaban la tarea de “bombardear” el cerebro de este, provocando
entre otros síntomas temblores, una risa incontrolable y, finalmente, la
muerte. Se descubrió que esta tribu había adoptado costumbres caníbales debido
a su contacto con otras tribus de la región y entre esas costumbres estaba el
devorar a los difuntos. Pero ¿por qué entonces afectaba sólo a las mujeres?
Bien, era tradición que los hombres devorasen los músculos –y en algunos casos
el corazón- con la creencia de que esto aumentaría su masa muscular y su valor,
en cambio las mujeres comían el cerebro, donde estos priones se alojaban,
pasando a infectarse finalmente con la proteína en cuestión. Finalmente
Collinge estudió en 2003 a algunas de las mujeres fore que, pese a haber
participado en estos ritos funerarios, habían sido inmunes a la infección y descubrió
algo bastante interesante, estas mujeres poseían en su ADN genes que
codificaban versiones mutadas de esta proteína, conocida como PrPc, esta
mutación denominada M129V las hacía resistentes al contagio de los priones. En
otras poblaciones como la japonesa y otras situadas en el Este asiático se
descubrió otra mutación denominada E219K que tenía el mismo efecto de
“blindaje” frente a este tipo de priones. Finalmente 2000 personas fueron
analizadas como representación de toda la población mundial y se descubrió que,
al menos, el 63% presentaba una de estas dos mutaciones protectoras, el equipo
de Collinge llegó finalmente a la conclusión de que estas mutaciones tenían una
edad de 500.000 años y que habían sido transmitidas de generación en generación
como resultado del proceso de selección natural. Esto vino a confirmar la idea
ya desarrollada por diversos arqueólogos y confirmada por numerosos hallazgos
paleontológicos, en un pasado todos los seres humanos fuimos caníbales.
Volvamos a esa noche de
los tiempos, a los albores de la humanidad, estos seres prehistóricos concebían
el canibalismo como algo tan natural como engullir una pieza de fruta, la carne
humana constituía una parte más de su dieta. Poco a poco fue calando un cierto
sentimiento de espiritualidad, aparecen las figuras de los chamanes, comienzan
las representaciones pictóricas en las cuevas, podemos decir que, en cierto
modo, la cultura entra en escena. Entonces se desarrolla la magia simpatética, surge la creencia de que lo
semejante atrae a lo semejante, las pinturas tenían como objetivo atrapar la esencia de esos animales que aparecían
representados, surgen los fetiches, los tótems, el arte nace como una suerte de
hechicería. Los chamanes surgen como canalizadores de un cierto poder otorgado
por los espíritus, también son, a su vez, intermediarios entre estos y el mundo
material, de ellos nacen los rituales mediante los cuales se pretendía mejorar
la caza, atraer a los animales o incitarlos a que se reproduzcan, proteger a
los guerreros de la tribu, etcétera. Nace la inquietud por la vida más allá de
la muerte y surgen los enterramientos o rituales mortuorios que tenían como fin
facilitarle esa vida al difunto o, en el caso de algunas culturas, impedir que
este volviera de entre los muertos.
Algunas tribus
asimilaron y mantuvieron que el mejor lugar de reposo para un ser querido era
lo más querido para ellos mismos, esto es: su cuerpo. Otras tribus lo
concibieron como una forma de respeto al difunto, con el objetivo de evitar que
su carne fuera devorada por los gusanos o se terminara descomponiendo bajo
tierra. Otros pensaban que realmente así adquirirían las cualidades del caído e
irían volviéndose cada vez más fuertes. Como podemos apreciar las creencias son
variadas y todas llevan a la misma conclusión, a la ingesta del difunto, todo
esto, sin duda, proviene de una necesidad anterior en la que se percibía el
cadáver igual que se percibía el cuerpo sin vida de cualquier otro animal,
simplemente ahora se le ha dado un matiz y unas connotaciones de carácter
mágico-ritual.
La figura de este
chamán o mago varía notablemente dependiendo de la tribu en cuestión, a
diferencia del sacerdote que vendrá mucho después, este mago no se postra ante
ninguna deidad o poder superior, reconoce que en la naturaleza un hecho sigue a
otro y siempre y cuando se atenga a las normas de esta misma y ejecute
correctamente su arte podrá hacer que la balanza de esta naturaleza se incline
a su favor.
Surge la agricultura y
el ser humano pasa de ser nómada a ser sedentario, se establecen y forman las
primeras aldeas, las comunidades crecen y son más estables. Es entonces cuando
el agricultor comienza a apreciar cómo una especia de fuerzas ocultas rigen
esta naturaleza, las semillas descienden a las entrañas de la tierra y de ella
surgen las plantas que después nutrirán a la comunidad, el cazador también
puede apreciar esta especie de fuerzas que dictaminan la reproducción de los
animales y el comportamiento de los mismos. Es entonces cuando comienza a
surgir el culto a la Diosa Madre al irse personificando estas fuerzas ocultas,
hasta ahora indiferenciadas. Con el fin de propiciar las lluvias, mejorar las
cosechas, incrementar el número de nacimientos entre los animales, una vez se
introduce la cría de estos, surgen ciertos rituales en forma de ofrendas. Esta
magia ceremonial pasaría a buscar el beneplácito de las deidades o los
espíritus que rigen estas fuerzas ocultas y mueven la naturaleza. Entonces los
magos pasan a ser sacerdotes, intermediarios entre los dioses y humanos, ellos
dictaminaban que los primeros frutos no debían ser recogidos, o que el primer
cordero debía ser sacrificado, las primeras semillas quemadas, etcétera, como
una forma de ofrendar a las deidades o espíritus responsables del
funcionamiento de la naturaleza.
Pero el temor a
posibles castigos por parte de estas divinidades o espíritus llega a inducir al
hombre a realizar sacrificios humanos con el pensamiento de que para estas
deidades ninguna víctima sería más apreciada que sus propios hijos, ya que como
humanos seríamos –según su pensamiento- productos de estas divinidades
creadoras. Estos sacrificios humanos serán más frecuentes en las culturas de la
Antigüedad. Estos sacrificios humanos llegarían incluso a tener tintes de
canibalismo, como es en el caso de las civilizaciones precolombinas, donde la
principal “fuente de alimento” de los dioses aztecas se veía constituida,
principalmente, por prisioneros de guerra, los cuales aceptaban su destino de
ser ofrendados a los dioses, estos presos ascendían por los escalones de las
pirámides hasta llegar finalmente a los templos, allí eran aferrados por cuatro
sacerdotes, colocados de forma en que quedasen situados boca arriba sobre el
altar de piedra donde eran abiertos con una incisión, a golpe de cuchillo
ritual, de un lado a otro del pecho por un quinto sacerdote. Entonces este corazón
de la víctima era arrancado y quemado como una ofrenda a los dioses. El cuerpo
bajaba entonces rodando a lo largo de los escalones de la pirámide y al llegar
finalmente abajo su cuerpo era preparado y servido a modo de banquete entre
todos los asistentes a la ceremonia, reservándose los que eran considerados
como mejores pedazos para los líderes.
Mencionaba antes el
canibalismo guerrero como uno de los posibles precursores de este canibalismo
ritual, pero antes de proseguir veamos la definición clara de ritual.
“Un
ritual está compuesto por una serie de acciones, actitudes, emparentadas, marcadas
o signadas por algún valor simbólico y que generalmente encuentran un sentido o
razón de ser en el contexto de una religión o la tradición de alguna
comunidad.”
Ahora veamos qué es un
rito.
“Conjunto
de prácticas establecidas que regulan en cada religión el culto y las
ceremonias religiosas” o “Costumbre o acto que se repite siempre de forma invariable.”
El hecho de que los
guerreros de las tribus devoren a sus enemigos caídos en combate ya constituye
en sí mismo un rito, ya que es algo que se repite de forma invariable, al ser
esto algo establecido como una tradición de una determinada cultura encontramos
que el acto de comerse a sus adversarios constituye en sí mismo un cierto
ritual, solo que este aparece, en un inicio, desprovisto de esa espiritualidad
que lo caracteriza.
El acto de devorar a
los caídos puede verse como una muestra de respeto o, por el contrario, como
una demostración de la superioridad del vencedor sobre el vencido que sería
humillado de esta manera. Para los griegos el acto de comerse a un ser humano
era del todo execrable, puesto que se le negaba a este la posibilidad de ser
enterrado de forma digna y quedaba reducido a un mero pedazo de carne a merced
del apetito del vencedor. Sin embargo, para otras culturas, el devorar al caído
en combate, o ciertas partes del mismo, era considerado una muestra de respeto.
En ciertas tradiciones se pensaba que en el corazón residía el valor, en otras
se creía que la sabiduría residía en el ojo izquierdo o en el cerebro, en
cambio otras tribus o tradiciones devoraban las manos pensando que en ellas se
encontraba la habilidad. Se concebía este acto de canibalismo como una forma de
interiorizar al muerto y hacer que este, o al menos cierta parte del mismo,
pasara a formar parte del comensal, es por esto por lo que en muchos ritos de
carácter funerario el muerto era incinerado, molido, y sus cenizas eran
vertidas en ciertos líquidos que pasaban a ser bebidos por los asistentes al
funeral, de este modo se honraba la memoria del muerto haciendo que este pasara
a ser parte de uno.
Sin embargo para las
tradiciones occidentales este acto de antropofagia se considera algo execrable,
en cierto modo debido a la importancia que el Cristianismo ha dado siempre al
cuerpo ya que según la antigua creencia algún día este resucitará y volverá de
nuevo a la vida, por ello es importante el preservarlo, esto excluye la
incineración y, por supuesto, el canibalismo.
Lejos de quedarse en la
prehistoria estos rituales han logrado mantenerse durante bastante tiempo, no
sólo en las civilizaciones precolombinas, también en el marco de la brujería
europea. Son muchos los rituales en los que se incluye la ingesta de carne,
cenizas o sangre humana y todos estos fueron firmemente perseguidos y
erradicados por la Inquisición, desde siempre se ha pensado que la sangre,
concretamente, es el principio de toda vida y que, como tal, posee ciertas
propiedades espirituales o mágicas. Para algunas tradiciones es en la sangre
donde reside el alma, se ve esto también en el mito del vampiro, el cual
ingería la sangre de sus víctimas y, con ella, parte de su esencia. Los
sacrificios rituales fueron desapareciendo en Europa, quedando reducidos a las
prácticas de Magia Roja, los hechiceros que llevaban a cabo esta suerte de
rituales seguían ofreciendo sacrificios de carácter ritual, muchos de los
cuales incluían antropofagia o hematofagia. Estos hechiceros solían ofrecer
niños como holocausto o tributo a Satán o a un sinnúmero de demonios a los
cuales pedían favores a cambio de estos sacrificios.
Un ejemplo de estos
ritos bien podría ser el caso del mariscal francés Guilles de Rais, el cual,
ayudado por satanistas, violó y dio muerte a más de 200 niños en sus castillos
de Champtocé, Tiffauges y Machecoul. Prelatti, uno de los satanistas que le ayudó
a cometer estas atrocidades, le convenció de sacrificar a estos niños en
homenaje a un demonio llamado Barron, el cual requería como ofrenda las manos,
ojos y el corazón de un niño, a cambio de esto, supuestamente, el demonio
podría ayudarle a encontrar riquezas y tesoros ocultos al ojo humano.
En otros rituales como
los oficiados por orden de madame de Montespan se incluían elementos de
carácter caníbal como parte del mismo rito, esta marquesa temía dejar de gozar
de los favores reales, ya que era la favorita de Luis XIV y para evitar que
otra cortesana se interpusiera entre ellos llegó a contratar varias misas
negras, oficiadas por el nigromante Guibourg, un cura renegado, y la famosa
envenenadora parisnia Catherine Deshayes, también conocida como La Voisin, omitiendo partes explícitas
de ritual diré que el objetivo del mismo era elaborar una suerte de filtros de
amor con el objetivo de asegurarse los favores del monarca, estos filtros eran
elaborados con, entre otras cosas, la sangre de un niño que era degollado en el
nombre de Asmodeo y Astaroth, dicha sangre era recogida en un cáliz y, además
de ser bebida por los participantes, era después mezclada con cenizas de dudosa
procedencia y otros innobles ingredientes para elaborar estos filtros.
Finalmente los tres fueron descubiertos y tanto madame de Montespan como el
nigromante Guibourg lograron eludir la justicia para evitar que el rey se viera
envuelto en un escándalo, pero La Voisin terminó
siendo quemada viva en la hoguera.
Actualmente estas
prácticas han sido suprimidas, aunque el canibalismo ritual se sigue
manteniendo en diversas tribus perdidas y alejadas de la civilización, tribus
que permanecen al margen de nuestra moral impuesta a lo largo de siglos de
historia que nos prohíbe tanto matar a nuestros semejantes como
comérnoslos. Una imposición de estos
valores sufrieron las culturas americanas previas a la llegada de los colonos
cuando estos desembarcaron y se dedicaron a imponer sus costumbres con el
objetivo de “civilizar” a los nativos. Es comprensible el impacto que en los
conquistadores tendría el ver a los nativos devorando a sus muertos, a los
guerreros caídos en combate o a los sacrificios humanos que eran realizados en
honor a sus dioses. Según los conquistadores, el canibalismo era habitual entre
los pueblos nativos en actos religiosos y tras las escaramuzas, para lo cual,
de hecho, se llevaba sal a las batallas con el objetivo de poder salar a los
enemigos muertos, de manera que su carne durase más tiempo, así podían volver
con ella a sus poblados y repartirla entre sus familiares. Eran comunes entre
la aristocracia azteca las prácticas habituales del canibalismo en actos de
carácter religioso.
Ya hemos mencionado la
existencia del canibalismo ritual como un tipo de ofrenda a los dioses, o a los
espíritus, o también como una manera de obtener la sabiduría, la fuerza, el
coraje y el valor del guerrero enemigo vencido en combate. Como ejemplo, el
principio básico que servía como sostén de la antropofagia guaraní era, según
se ha dicho, que una persona va acumulando una cierta energía en el transcurso
de toda su existencia, y que esta energía, de algún modo, puede ser usada por
otro con el objetivo de poder expandir la conciencia. El fin, el objetivo,
vital de los guaraníes era el lograr trascender los límites de la existencia mundana,
accediendo así a lo que ellos conocían como la
tierra sin mal, un estado vital en donde una persona escapaba a todo tipo
de daño e incluso a la muerte, estaríamos hablando de una especie de supresión
del nivel físico de la existencia, algo así como una especie de ascensión de
cuerpo y alma, por decirlo de algún modo que nos resulte más cercano. En esta
tesitura, el acto de consumir la personalidad de una persona además de su
cuerpo físico, confería al comensal un cierto incremento de energía, el cual
sería imposible de conseguir de otro modo. De esta creencia surge el que los
guaraníes no se comieran a cualquiera, tan solo a los mejores o más
capacitados. Para ellos el canibalismo era parte de un camino de la perfección
o, como ellos lo llaman, aguyé.
En algunos casos se ha
utilizado lo aberrante que resulta para la sociedad civilizada esta práctica
del canibalismo como un método de propaganda con el fin de justificar ya sea la
expulsión, o persecución, de una determinada etnia o grupo religiosos, como fue
en el caso de los judíos durante el reinado de los reyes católicos o de los
cristianos en los tiempos del imperio romano, o como una vía para justificar la
colonización de determinados pueblos o tribus, como fue en el caso de las
civilizaciones precolombinas. Esto, al igual que en el caso de los cristianos,
facilitó su criminalización y persecución, llegando a crear, como consecuencia
de esto, la misión de evangelizarlos, civilizarlos y, al ser considerados inferiores
en muchos casos, facilitó el verlos como esclavos y seres inferiores puesto que
se les tachaba de inhumanos, ignorando el simple hecho de que su cultura era
diferente a la de los colonos europeos.
Vemos como el
canibalismo también está sujeto y, por tanto, depende de una determinada
cultura, ya sea en base a su prohibición o a una aceptación, tanto social como
religiosa del mismo.
Existen teorías al
respecto que buscan explicar este canibalismo, entre ellas las de Freud, estas
teorías que analizan la interpretación de estos ritos afirman que la el acto de
torturar, el sacrificio posterior y el canibalismo final se podrían apreciar
como ciertas expresiones de instintos de amor y agresividad, en distintos
grados. El canibalismo se ve como la forma fundamental y de las más primitivas
dentro de la agresividad humana debido a que supone una especie de compromiso
entre el amar a la víctima, lo cual quedaría reflejado en la ingesta de la
misma, y matarla, aquí entraría el sentimiento de frustración, es decir,
matamos a la víctima y la torturamos porque nos frustra. Este tipo de proceder
explicaría por qué las víctimas son tratadas con una enorme amabilidad antes de
iniciar su tortura, siendo agasajadas con finas prendas, banquetes, y todo tipo
de lujos de forma previa al ritual.
Queda demostrado de
este modo cómo nuestros inicios se deben al canibalismo, como nuestro
desarrollo espiritual posterior se debe al sacrificio de nuestros semejantes y
la gran importancia que el canibalismo, no sólo el ritual pese a ser el foco de
este trabajo, ha tenido desde siempre en nuestra existencia y desarrollo como
especie. Cómo la supresión y el tabú del mismo se deben a la cultura y a la
influencia del pensamiento griego en la misma. Esto explicaría el cómo puede
repugnarnos tanto el hecho de ver casos en los que un humano devora a otro, ya
sea por el motivo que sea, tan interiorizada tenemos la cultura que forma parte
de nuestra naturaleza casi por completo.
Bibliografía:
-Caníbales y Reyes,
de Marvin Harris.
-Historia natural del canibalismo, de Manuel Moros Peña.
- http://www.batanga.com/curiosidades/4709/antropofagia-historia-del-canibalismo
(Consultado el 07/03/2016)
- http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/15107104/Canibalismo-Ritual-e-Inducido.html
(Consultado el 07/03/2016)