lunes, 4 de abril de 2016

Canibalismo ritual.

Antes de adentrarnos en el canibalismo de tipo ritual conviene dar una definición de lo que es propiamente el canibalismo y los tipos que se distinguen, que no son pocos.

El canibalismo es la acción, o costumbre, humana de comer carne de individuos pertenecientes a su misma especie, esto puede ser de forma individual o colectiva. Muchas veces se ha asociado con la antropofagia, que bien puede ser un sinónimo si se refiere a la antropofagia por parte de humanos o también, en este caso, es aplicable a todo ser vivo que coma tejidos humanos, excluyendo la sangre puesto que esto sería hematofagia.

Aclarado ya el concepto de canibalismo veamos qué tipos se distinguen dentro del mismo: en primer lugar tenemos el canibalismo de supervivencia, en este caso el tabú moral establecido por la sociedad occidental puede eludirse más fácilmente, puesto que este canibalismo se realizaría como último recurso para sobrevivir a situaciones extremas. Distinguimos también el canibalismo prehistórico, este se habría dado de forma previa a toda construcción moral, antes de que el concepto de “hombre” se definiera por completo, en este caso los individuos de distintas tribus nómadas no se percibían entre sí como iguales, sino como animales, por ello no es de extrañar que, por ejemplo, neandertales pudieran formar parte de la dieta de otros neandertales. Llegamos al tercer tipo, el canibalismo guerrero, el cual tiene muchas similitudes con el canibalismo ritual, por no decir que este último es una consecuencia del primero, los guerreros vencedores en la batalla ingerían la carne de los caídos, en una primera instancia con el fin de evitar el desaprovechamiento de la carne y con el paso del tiempo diversas connotaciones de tipo místico y espiritual irían entrando en juego, por ejemplo el devorar los músculos del enemigo para fortalecerse uno mismo o el honrar a los muertos, caídos en batalla o no, devorando su cadáver. Finalmente distinguimos el canibalismo patológico, el cual ha llegado hasta nuestros días, aquí incluiríamos a todos los individuos que, aun siendo parte de la sociedad, no acatan sus normas establecidas ni el tabú de comer carne humana, distinguiríamos aquí a los psicópatas o a los asesinos en serie por un lado y, por otro, a aquellos que simplemente comen carne humana sin la necesidad de matar a nadie, estos serían necrófagos. Pero, finalmente, nos centraremos en el canibalismo ritual, puesto que este es el objetivo del trabajo, el cual hunde firmemente sus raíces en el canibalismo prehistórico y guerrero.

En la noche de los tiempos el ser humano, o lo que era entonces el ser humano, vagaba por el mundo, errático desde que se puso en pie por primera vez, es entonces cuando se constituyen las primeras tribus nómadas nacidas de la necesidad de protección de los individuos, nacidas también de la necesidad de algo muy primario: la supervivencia. Todo esto es anterior al lenguaje, anterior a los conceptos, por tanto la idea de “hombre” estaba aún por constituir, el ser humano veía como semejantes a los miembros de su propia familia, o tribu, pero el resto de tribus se le hacían ajenas a sí mismo, no tenía ningún lazo con ellas y podía, perfectamente y sin remordimientos, devorar el cadáver de un caído, ya fuera de su tribu – pese a percibirlos como semejantes- o de cualquier otra. Distinguimos aquí el exocanibalismo y el endocanibalismo, el devorar la carne de enemigos o cualquiera ajeno a la comunidad o el ingerir a los familiares o personas pertenecientes a la tribu. Hay que tener en cuenta que todo esto es anterior a toda moral tal y como la conocemos actualmente.
Gracias a numerosos estudios ha quedado perfectamente demostrado que, en algún momento, el ser humano fue caníbal, por mencionar algunos estudios de los más importantes tenemos el descubrimiento realizado en la cueva de Moula-Guercy, cercana al río Ródano en Francia, aquí un equipo arqueológico descubrieron una notable cantidad de huesos humanos pertenecientes a el Hombre de Neanderthal junto a restos de ciervos prehistóricos, la antigüedad, se estima, era de entre 120.000 y 100.000 años. La posición de los huesos fue debidamente cartografiada, se tomaron notas de las herramientas de piedra presente, de las capas de sedimentos y los restos animales. Los huesos de neandertal provenían de unos seis individuos, todos los cráneos presentaban signos de haber sido fracturados postmortem, también presentaban marcas de descarnamiento, algunos cortes presentes en las articulaciones del pie, codos y tobillos demostraban que, intencionalmente, los tendones flexores de los dedos de los pies y el bíceps, además del tendón de Aquiles, habían sido seccionados. El uno de los casos la lengua fue cortada y en dos de los cadáveres más jóvenes en vida el músculo temporal había sido separado intencionadamente del cráneo. Los tipos de cortes y fracturas que podían apreciarse en los huesos de los ciervos indicaban que estos habían sido tratados del mismo modo. Para Defleur, el coordinador de los arqueólogos franceses y norteamericanos que hicieron el hallazgo, esta era una prueba concluyente de que los neandertales practicaron el canibalismo. Este Hombre de Neanderthal incomodó a la comunidad científica durante mucho tiempo, no sólo por su aspecto un tanto siniestro para los cánones occidentales, sino también debido a la antropofagia que, más tarde, se descubrió que practicaba. Se pensaba hasta hace no mucho que, debido a su incapacidad para hablar, la especie se había extinguido sin más, pero estudios recientes demuestran que poseemos, al menos, un 5% de material genético proveniente de estos neandertales, dando por falsa la hipótesis de que se extinguieron ya que, en realidad, se cruzaron con nuestros antepasados.

Otro de los casos en los que se demuestra que, en algún momento, todos fuimos caníbales se debe al descubrimiento realizado por John Collinge en 2003. Poniéndonos en antecedentes. Tras la II Guerra Mundial, Papúa Nueva Guinea se convirtió en una colonia australiana, el gobierno trató entonces de poner fin al sinnúmero de guerras tribales que tenían lugar allí, uno de los agentes destinados en esta misión pudo apreciar cómo la tribu fore era presa de una extraña enfermedad a la que denominaban kuru, esta enfermedad afectaba principalmente a las mujeres adultas en una proporción de 8 a 1 y los varones de la tribu parecían ser inmunes. Estudios posteriores realizados por Collinge demostraron que esta enfermedad era causada por priones, de forma similar a la conocida enfermedad de las vacas locas, y se transmitía de la siguiente manera: Las proteínas causantes de la enfermedad se alojaban en el cerebro, allí se dividían y esparcían, cuando este cerebro era ingerido las proteínas pasaban al nuevo huésped e iniciaban la tarea de “bombardear” el cerebro de este, provocando entre otros síntomas temblores, una risa incontrolable y, finalmente, la muerte. Se descubrió que esta tribu había adoptado costumbres caníbales debido a su contacto con otras tribus de la región y entre esas costumbres estaba el devorar a los difuntos. Pero ¿por qué entonces afectaba sólo a las mujeres? Bien, era tradición que los hombres devorasen los músculos –y en algunos casos el corazón- con la creencia de que esto aumentaría su masa muscular y su valor, en cambio las mujeres comían el cerebro, donde estos priones se alojaban, pasando a infectarse finalmente con la proteína en cuestión. Finalmente Collinge estudió en 2003 a algunas de las mujeres fore que, pese a haber participado en estos ritos funerarios, habían sido inmunes a la infección y descubrió algo bastante interesante, estas mujeres poseían en su ADN genes que codificaban versiones mutadas de esta proteína, conocida como PrPc, esta mutación denominada M129V las hacía resistentes al contagio de los priones. En otras poblaciones como la japonesa y otras situadas en el Este asiático se descubrió otra mutación denominada E219K que tenía el mismo efecto de “blindaje” frente a este tipo de priones. Finalmente 2000 personas fueron analizadas como representación de toda la población mundial y se descubrió que, al menos, el 63% presentaba una de estas dos mutaciones protectoras, el equipo de Collinge llegó finalmente a la conclusión de que estas mutaciones tenían una edad de 500.000 años y que habían sido transmitidas de generación en generación como resultado del proceso de selección natural. Esto vino a confirmar la idea ya desarrollada por diversos arqueólogos y confirmada por numerosos hallazgos paleontológicos, en un pasado todos los seres humanos fuimos caníbales.
Volvamos a esa noche de los tiempos, a los albores de la humanidad, estos seres prehistóricos concebían el canibalismo como algo tan natural como engullir una pieza de fruta, la carne humana constituía una parte más de su dieta. Poco a poco fue calando un cierto sentimiento de espiritualidad, aparecen las figuras de los chamanes, comienzan las representaciones pictóricas en las cuevas, podemos decir que, en cierto modo, la cultura entra en escena. Entonces se desarrolla la magia simpatética, surge la creencia de que lo semejante atrae a lo semejante, las pinturas tenían como objetivo atrapar la esencia de esos animales que aparecían representados, surgen los fetiches, los tótems, el arte nace como una suerte de hechicería. Los chamanes surgen como canalizadores de un cierto poder otorgado por los espíritus, también son, a su vez, intermediarios entre estos y el mundo material, de ellos nacen los rituales mediante los cuales se pretendía mejorar la caza, atraer a los animales o incitarlos a que se reproduzcan, proteger a los guerreros de la tribu, etcétera. Nace la inquietud por la vida más allá de la muerte y surgen los enterramientos o rituales mortuorios que tenían como fin facilitarle esa vida al difunto o, en el caso de algunas culturas, impedir que este volviera de entre los muertos.

Algunas tribus asimilaron y mantuvieron que el mejor lugar de reposo para un ser querido era lo más querido para ellos mismos, esto es: su cuerpo. Otras tribus lo concibieron como una forma de respeto al difunto, con el objetivo de evitar que su carne fuera devorada por los gusanos o se terminara descomponiendo bajo tierra. Otros pensaban que realmente así adquirirían las cualidades del caído e irían volviéndose cada vez más fuertes. Como podemos apreciar las creencias son variadas y todas llevan a la misma conclusión, a la ingesta del difunto, todo esto, sin duda, proviene de una necesidad anterior en la que se percibía el cadáver igual que se percibía el cuerpo sin vida de cualquier otro animal, simplemente ahora se le ha dado un matiz y unas connotaciones de carácter mágico-ritual.
La figura de este chamán o mago varía notablemente dependiendo de la tribu en cuestión, a diferencia del sacerdote que vendrá mucho después, este mago no se postra ante ninguna deidad o poder superior, reconoce que en la naturaleza un hecho sigue a otro y siempre y cuando se atenga a las normas de esta misma y ejecute correctamente su arte podrá hacer que la balanza de esta naturaleza se incline a su favor.

Surge la agricultura y el ser humano pasa de ser nómada a ser sedentario, se establecen y forman las primeras aldeas, las comunidades crecen y son más estables. Es entonces cuando el agricultor comienza a apreciar cómo una especia de fuerzas ocultas rigen esta naturaleza, las semillas descienden a las entrañas de la tierra y de ella surgen las plantas que después nutrirán a la comunidad, el cazador también puede apreciar esta especie de fuerzas que dictaminan la reproducción de los animales y el comportamiento de los mismos. Es entonces cuando comienza a surgir el culto a la Diosa Madre al irse personificando estas fuerzas ocultas, hasta ahora indiferenciadas. Con el fin de propiciar las lluvias, mejorar las cosechas, incrementar el número de nacimientos entre los animales, una vez se introduce la cría de estos, surgen ciertos rituales en forma de ofrendas. Esta magia ceremonial pasaría a buscar el beneplácito de las deidades o los espíritus que rigen estas fuerzas ocultas y mueven la naturaleza. Entonces los magos pasan a ser sacerdotes, intermediarios entre los dioses y humanos, ellos dictaminaban que los primeros frutos no debían ser recogidos, o que el primer cordero debía ser sacrificado, las primeras semillas quemadas, etcétera, como una forma de ofrendar a las deidades o espíritus responsables del funcionamiento de la naturaleza.

Pero el temor a posibles castigos por parte de estas divinidades o espíritus llega a inducir al hombre a realizar sacrificios humanos con el pensamiento de que para estas deidades ninguna víctima sería más apreciada que sus propios hijos, ya que como humanos seríamos –según su pensamiento- productos de estas divinidades creadoras. Estos sacrificios humanos serán más frecuentes en las culturas de la Antigüedad. Estos sacrificios humanos llegarían incluso a tener tintes de canibalismo, como es en el caso de las civilizaciones precolombinas, donde la principal “fuente de alimento” de los dioses aztecas se veía constituida, principalmente, por prisioneros de guerra, los cuales aceptaban su destino de ser ofrendados a los dioses, estos presos ascendían por los escalones de las pirámides hasta llegar finalmente a los templos, allí eran aferrados por cuatro sacerdotes, colocados de forma en que quedasen situados boca arriba sobre el altar de piedra donde eran abiertos con una incisión, a golpe de cuchillo ritual, de un lado a otro del pecho por un quinto sacerdote. Entonces este corazón de la víctima era arrancado y quemado como una ofrenda a los dioses. El cuerpo bajaba entonces rodando a lo largo de los escalones de la pirámide y al llegar finalmente abajo su cuerpo era preparado y servido a modo de banquete entre todos los asistentes a la ceremonia, reservándose los que eran considerados como mejores pedazos para los líderes.

Mencionaba antes el canibalismo guerrero como uno de los posibles precursores de este canibalismo ritual, pero antes de proseguir veamos la definición clara de ritual.

“Un ritual está compuesto por una serie de acciones, actitudes, emparentadas, marcadas o signadas por algún valor simbólico y que generalmente encuentran un sentido o razón de ser en el contexto de una religión o la tradición de alguna comunidad.”

Ahora veamos qué es un rito.

“Conjunto de prácticas establecidas que regulan en cada religión el culto y las ceremonias religiosas” o “Costumbre o acto que se repite siempre de forma invariable.”

El hecho de que los guerreros de las tribus devoren a sus enemigos caídos en combate ya constituye en sí mismo un rito, ya que es algo que se repite de forma invariable, al ser esto algo establecido como una tradición de una determinada cultura encontramos que el acto de comerse a sus adversarios constituye en sí mismo un cierto ritual, solo que este aparece, en un inicio, desprovisto de esa espiritualidad que lo caracteriza.

El acto de devorar a los caídos puede verse como una muestra de respeto o, por el contrario, como una demostración de la superioridad del vencedor sobre el vencido que sería humillado de esta manera. Para los griegos el acto de comerse a un ser humano era del todo execrable, puesto que se le negaba a este la posibilidad de ser enterrado de forma digna y quedaba reducido a un mero pedazo de carne a merced del apetito del vencedor. Sin embargo, para otras culturas, el devorar al caído en combate, o ciertas partes del mismo, era considerado una muestra de respeto. En ciertas tradiciones se pensaba que en el corazón residía el valor, en otras se creía que la sabiduría residía en el ojo izquierdo o en el cerebro, en cambio otras tribus o tradiciones devoraban las manos pensando que en ellas se encontraba la habilidad. Se concebía este acto de canibalismo como una forma de interiorizar al muerto y hacer que este, o al menos cierta parte del mismo, pasara a formar parte del comensal, es por esto por lo que en muchos ritos de carácter funerario el muerto era incinerado, molido, y sus cenizas eran vertidas en ciertos líquidos que pasaban a ser bebidos por los asistentes al funeral, de este modo se honraba la memoria del muerto haciendo que este pasara a ser parte de uno.
Sin embargo para las tradiciones occidentales este acto de antropofagia se considera algo execrable, en cierto modo debido a la importancia que el Cristianismo ha dado siempre al cuerpo ya que según la antigua creencia algún día este resucitará y volverá de nuevo a la vida, por ello es importante el preservarlo, esto excluye la incineración y, por supuesto, el canibalismo.

Lejos de quedarse en la prehistoria estos rituales han logrado mantenerse durante bastante tiempo, no sólo en las civilizaciones precolombinas, también en el marco de la brujería europea. Son muchos los rituales en los que se incluye la ingesta de carne, cenizas o sangre humana y todos estos fueron firmemente perseguidos y erradicados por la Inquisición, desde siempre se ha pensado que la sangre, concretamente, es el principio de toda vida y que, como tal, posee ciertas propiedades espirituales o mágicas. Para algunas tradiciones es en la sangre donde reside el alma, se ve esto también en el mito del vampiro, el cual ingería la sangre de sus víctimas y, con ella, parte de su esencia. Los sacrificios rituales fueron desapareciendo en Europa, quedando reducidos a las prácticas de Magia Roja, los hechiceros que llevaban a cabo esta suerte de rituales seguían ofreciendo sacrificios de carácter ritual, muchos de los cuales incluían antropofagia o hematofagia. Estos hechiceros solían ofrecer niños como holocausto o tributo a Satán o a un sinnúmero de demonios a los cuales pedían favores a cambio de estos sacrificios.

Un ejemplo de estos ritos bien podría ser el caso del mariscal francés Guilles de Rais, el cual, ayudado por satanistas, violó y dio muerte a más de 200 niños en sus castillos de Champtocé, Tiffauges y Machecoul. Prelatti, uno de los satanistas que le ayudó a cometer estas atrocidades, le convenció de sacrificar a estos niños en homenaje a un demonio llamado Barron, el cual requería como ofrenda las manos, ojos y el corazón de un niño, a cambio de esto, supuestamente, el demonio podría ayudarle a encontrar riquezas y tesoros ocultos al ojo humano.

En otros rituales como los oficiados por orden de madame de Montespan se incluían elementos de carácter caníbal como parte del mismo rito, esta marquesa temía dejar de gozar de los favores reales, ya que era la favorita de Luis XIV y para evitar que otra cortesana se interpusiera entre ellos llegó a contratar varias misas negras, oficiadas por el nigromante Guibourg, un cura renegado, y la famosa envenenadora parisnia Catherine Deshayes, también conocida como La Voisin, omitiendo partes explícitas de ritual diré que el objetivo del mismo era elaborar una suerte de filtros de amor con el objetivo de asegurarse los favores del monarca, estos filtros eran elaborados con, entre otras cosas, la sangre de un niño que era degollado en el nombre de Asmodeo y Astaroth, dicha sangre era recogida en un cáliz y, además de ser bebida por los participantes, era después mezclada con cenizas de dudosa procedencia y otros innobles ingredientes para elaborar estos filtros. Finalmente los tres fueron descubiertos y tanto madame de Montespan como el nigromante Guibourg lograron eludir la justicia para evitar que el rey se viera envuelto en un escándalo, pero La Voisin terminó siendo quemada viva en la hoguera.

Actualmente estas prácticas han sido suprimidas, aunque el canibalismo ritual se sigue manteniendo en diversas tribus perdidas y alejadas de la civilización, tribus que permanecen al margen de nuestra moral impuesta a lo largo de siglos de historia que nos prohíbe tanto matar a nuestros semejantes como comérnoslos.  Una imposición de estos valores sufrieron las culturas americanas previas a la llegada de los colonos cuando estos desembarcaron y se dedicaron a imponer sus costumbres con el objetivo de “civilizar” a los nativos. Es comprensible el impacto que en los conquistadores tendría el ver a los nativos devorando a sus muertos, a los guerreros caídos en combate o a los sacrificios humanos que eran realizados en honor a sus dioses. Según los conquistadores, el canibalismo era habitual entre los pueblos nativos en actos religiosos y tras las escaramuzas, para lo cual, de hecho, se llevaba sal a las batallas con el objetivo de poder salar a los enemigos muertos, de manera que su carne durase más tiempo, así podían volver con ella a sus poblados y repartirla entre sus familiares. Eran comunes entre la aristocracia azteca las prácticas habituales del canibalismo en actos de carácter religioso.

Ya hemos mencionado la existencia del canibalismo ritual como un tipo de ofrenda a los dioses, o a los espíritus, o también como una manera de obtener la sabiduría, la fuerza, el coraje y el valor del guerrero enemigo vencido en combate. Como ejemplo, el principio básico que servía como sostén de la antropofagia guaraní era, según se ha dicho, que una persona va acumulando una cierta energía en el transcurso de toda su existencia, y que esta energía, de algún modo, puede ser usada por otro con el objetivo de poder expandir la conciencia. El fin, el objetivo, vital de los guaraníes era el lograr trascender los límites de la existencia mundana, accediendo así a lo que ellos conocían como la tierra sin mal, un estado vital en donde una persona escapaba a todo tipo de daño e incluso a la muerte, estaríamos hablando de una especie de supresión del nivel físico de la existencia, algo así como una especie de ascensión de cuerpo y alma, por decirlo de algún modo que nos resulte más cercano. En esta tesitura, el acto de consumir la personalidad de una persona además de su cuerpo físico, confería al comensal un cierto incremento de energía, el cual sería imposible de conseguir de otro modo. De esta creencia surge el que los guaraníes no se comieran a cualquiera, tan solo a los mejores o más capacitados. Para ellos el canibalismo era parte de un camino de la perfección o, como ellos lo llaman, aguyé.

En algunos casos se ha utilizado lo aberrante que resulta para la sociedad civilizada esta práctica del canibalismo como un método de propaganda con el fin de justificar ya sea la expulsión, o persecución, de una determinada etnia o grupo religiosos, como fue en el caso de los judíos durante el reinado de los reyes católicos o de los cristianos en los tiempos del imperio romano, o como una vía para justificar la colonización de determinados pueblos o tribus, como fue en el caso de las civilizaciones precolombinas. Esto, al igual que en el caso de los cristianos, facilitó su criminalización y persecución, llegando a crear, como consecuencia de esto, la misión de evangelizarlos, civilizarlos y, al ser considerados inferiores en muchos casos, facilitó el verlos como esclavos y seres inferiores puesto que se les tachaba de inhumanos, ignorando el simple hecho de que su cultura era diferente a la de los colonos europeos.

Vemos como el canibalismo también está sujeto y, por tanto, depende de una determinada cultura, ya sea en base a su prohibición o a una aceptación, tanto social como religiosa del mismo.
Existen teorías al respecto que buscan explicar este canibalismo, entre ellas las de Freud, estas teorías que analizan la interpretación de estos ritos afirman que la el acto de torturar, el sacrificio posterior y el canibalismo final se podrían apreciar como ciertas expresiones de instintos de amor y agresividad, en distintos grados. El canibalismo se ve como la forma fundamental y de las más primitivas dentro de la agresividad humana debido a que supone una especie de compromiso entre el amar a la víctima, lo cual quedaría reflejado en la ingesta de la misma, y matarla, aquí entraría el sentimiento de frustración, es decir, matamos a la víctima y la torturamos porque nos frustra. Este tipo de proceder explicaría por qué las víctimas son tratadas con una enorme amabilidad antes de iniciar su tortura, siendo agasajadas con finas prendas, banquetes, y todo tipo de lujos de forma previa al ritual.

Queda demostrado de este modo cómo nuestros inicios se deben al canibalismo, como nuestro desarrollo espiritual posterior se debe al sacrificio de nuestros semejantes y la gran importancia que el canibalismo, no sólo el ritual pese a ser el foco de este trabajo, ha tenido desde siempre en nuestra existencia y desarrollo como especie. Cómo la supresión y el tabú del mismo se deben a la cultura y a la influencia del pensamiento griego en la misma. Esto explicaría el cómo puede repugnarnos tanto el hecho de ver casos en los que un humano devora a otro, ya sea por el motivo que sea, tan interiorizada tenemos la cultura que forma parte de nuestra naturaleza casi por completo.

Bibliografía:
-Caníbales y Reyes, de Marvin Harris.
-Historia natural del canibalismo, de Manuel Moros Peña.
- https://es.wikipedia.org/wiki/Canibalismo (Consultado el 07/03/2016)

3 comentarios:

  1. Espero que no me salga un familiar canibal :)

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  2. Muy bueno el trabajo. Siempre se acuesta uno con algo nuevo aprendido.

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  3. La verdad que es muy interesante. Buena lectura antes de dormir

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