martes, 19 de enero de 2016

El esoterismo en la Antigüedad Clásica

El esoterismo de la antigüedad clásica hunde profundamente sus raíces tanto en la cultura egipcia como en la asiática, esto fue posible gracias a las rutas comerciales que se extendían, como una inmensa telaraña, por todo el mar Mediterráneo.

Esta red permitía tanto el intercambio comercial, como el intercambio cultural con todo lo que esto trae consigo: distintas religiones que entran en contacto –y en conflicto-, nuevas corrientes de pensamiento que confluyen entre sí, y, en resumidas cuentas, una apertura en la visión y en la concepción del mundo de los helenos. No sólo estas culturas entraban en contacto en el territorio de la Hélade, sino que los habitantes de la misma Hélade eran muchas veces los que emprendían viajes a otros territorios, movidos por la avidez de conocimientos o, simplemente, por fanfarronería y la posibilidad de hacerse notorios en su sociedad en base a estas travesías o a lo que traían consigo.
Pasemos, ahora, a un estudio etimológico de la palabra “esoterismo”, la cual, por cierto, proviene del griego ἐσώτερος, lo cual significa “íntimo”, “de uno mismo”, “interior”, unido al sufijo –ismo, un sufijo que denota algún tipo de teoría o corriente de pensamiento. Esoterismo se utiliza para definir un conjunto tanto de enseñanzas como de pensamientos, ritos o prácticas, además de tradiciones de una corriente de corte sectario (ya sea esto reconocido o no) que implican ciertos secretos de difícil acceso y tan sólo asequibles para los iniciados en la corriente misma, siéndoles estos negados a los profanos. Esta definición es contraria al concepto de exotérico, estos conocimientos sí que serían de fácil acceso para cualquiera y admitiría a los profanos.

Sin embargo, pese a ser este vocablo propio del griego no sería hasta el siglo XIX cuando este fuera acuñado con su correspondiente definición, hasta entonces, a falta de una palabra que reuniera en una todos estos conocimientos se utilizaba “esotérico” en referencia a estos “secretos” de forma más específica.

Ahora bien, existen numerosas formas de considerar a este esoterismo, podríamos definirlo como una epistemología de corte Metafísica con el objetivo de penetrar en la verdad, de buscar hacer esta accesible al iniciado. Puesto que cada corriente esotérica posee un cierto método de acceso a esta “verdad” o, por lo menos, un método con cierto rigor para buscarla podríamos considerar que tiene, en dicho método, un cierto cientificismo. Actualmente este esoterismo está tan mezclado entre sí que ha perdido gran parte del rigor originario, por no decir que lo ha perdido casi por completo, lo que antaño era una forma de acceder a la verdad tan válida como cualquier filosofía vigente actualmente se ha convertido en un conjunto de supercherías, mitos y lo que comúnmente se conoce como “cuentos de vieja”.

Pero no vamos a centrarnos en el actual estado del esoterismo puesto que esto no compete al presente trabajo, centrémonos pues en sus orígenes en nuestra cultura occidental. Orígenes que, como ya se ha mencionado anteriormente, nacen en el seno de la Grecia antigua, después serán heredados por Roma y terminarán calando en el Cristianismo hasta llegar a nuestros días. ¿Cómo podemos demostrar esta transferencia de pensamiento esotérico? Muy sencillo, utilicemos, por ejemplo, la figura del ángel.
En el antiguo Egipto eran conocidos como Afries, aunque en su mitología estos no aparecen como figuras angélicas diferenciadas como lo harán posteriormente en el Cristianismo, aquí veremos incluso divisiones y jerarquías angélicas.

En el hinduismo estos seres eran llamados Devas, estos serían “seres luminosos” como su propio nombre indica, la palabra viene del sánscrito, concretamente de la raíz div que significa “brillar”. Aunque el término se utilice para designar a seres que se asemejan a los ángeles, tal y como nosotros los conocemos, también es utilizado para designar a toda entidad invisible a nuestra vista. Zoroastro, sin embargo, transformará a estos ángeles, estos Devas, en seres malignos. Nada que difiera de la concepción cristiana de Demonios.

Ya en Grecia aparecerá de la mano de la filosofía Socrática, esto es en los textos del mismo Platón, la figura del Daimon, aquí aparecen como seres interiores y propios de cada individuo, no como intermediarios entre la deidad y el hombre, podemos tomar al Daimon como un espíritu inspirador. Se dice que era el Daimon quien aconsejaba qué hacer, por eso Sócrates le daba tanta importancia a tener un buen Daimon. Como curiosidad, serán la diosa Nike y su hijo Eros quienes sirvan de modelo para las imágenes angélicas posteriores.

Lo romanos posteriormente adoptarán la idea de Genios, estos eran los poderes que producían la vida y acompañaban a los hombres como guardianas y protectores a lo largo de toda ella. Para Horacio cada humano era acompañado por un Genio en concreto, el cual actuaba de forma arbitraria y poseían un carácter voluble, podía mostrarse amistoso o, por el contrario, oponerse al humano al que acompañaba en cualquier momento. Para Servio, al contrario que para Horacio, serían dos los Genios que acompañan al hombre, uno lo conduciría al bien y el otro al mal. Para los romanos estos seres serían emanaciones de los dioses y eran adorados, especialmente, en el día del cumpleaños.

Estas tradiciones iniciales, que serían la egipcia y la hindú serán las que se abran paso en el pensamiento griego gracias a las figuras de Platón y Pitágoras, los cuales viajaron, el uno a Egipto y el otro a la India, con el objetivo de expandir su saber. Cada uno en su respectivo viaje trabó contacto con ciertas sociedades espiritistas y adquirirán ciertos conocimientos iniciándose en ellas que después encontrarán su reflejo en su pensamiento filosófico, de ahí pasarán a la sociedad vigente y sembrarán las semillas que recogerá más tarde el cristianismo.

Podemos apreciar aquí cierta transición en la idea de lo ángeles, en cómo esta se ha ido puliendo, depurando y acomodándose a la tradición vigente. Esto es sólo un ejemplo de esta herencia esotérica que le debemos a la cultura egipcia e hindú y, por ende, a Platón y a Pitágoras.
Poco a poco este cultivo de formas de pensamiento y prácticas esotéricas se irá volviendo cada vez más rico y complejo al ir aumentando el número de culturas que influyen en él con el paso del tiempo.

Algunas escuelas de la antigüedad clásica enseñaban ciertos conocimientos y doctrinas accesibles a todo el mundo, esto serían los denominados conocimientos exotéricos, que se impartían al aire libre, mientras que reservaban otro tipo de conocimientos, ocultándolos, sólo para ciertos iniciados, estos serían los conocimientos esotéricos, los cuales se administraban en el interior de las escuelas.

Los discípulos de Pitágoras eran divididos en exotéricos y esotéricos, los primeros eran meros aspirantes que tenían que demostrar su valía para acceder a determinados conocimientos restringidos mientras que los segundos ya gozaban del acceso a estas enseñanzas y se iniciaban, propiamente, en las doctrinas del maestro.

Platón lo concebía de otro modo, para él los exotéricos serían quienes tendrían acceso a su pensamiento filosófico, expuesto en sus diálogos, fácilmente asequible, y, por otro lado, los esotéricos que participarían en una filosofía más técnica y reservada.
Aristóteles heredará el modelo de su maestro y dividirá sus obras en esotéricas o acroamáticas y exotéricas, en este caso su división se basaría, no en las cuestiones o las soluciones que se plantean sino en las formas y los procedimientos de exposición. En las exotéricas se exponen los argumentos más claros y en la parte contraria, en las obras esotéricas o acroamáticas, se darían los más oscuros o decisivos.

Esto refleja, sin lugar a dudas, el elitismo notablemente presente en la sociedad de la época. Sin embargo este método de enseñanza ha ido pasando de sociedad en sociedad, no sólo en el ámbito filosófico o más religioso/espiritual, también se aplica en el modelo de las ciencias. En las cuales existen ciertas cuestiones de fácil acceso y de una gran divulgación y otras más oscuras y complejas de las que apenas se tiene constancia a menos que uno se inicie en ellas.

Podemos apreciar, de este modo, el núcleo esotérico presente en la religión cristiana, el pueblo tendría acceso a ciertos ritos y conocimientos desde fuera mientras que la forma de acceder y realizar dichos ritos sería mediante el ingreso y la iniciación, de un modo más activo, en la religión misma. Aquí vemos la figura del sacerdote, ya presente desde el chamán primitivo hasta nuestros tiempos.
Esta figura sería la del hombre que ha logrado una mayor comprensión espiritual de la religión establecida, la cual imparte mediante dogmas al pueblo llano. La forma de impartir estos dogmas varía de una religión a otra o, en la misma religión, en función al paso del tiempo. Como podemos apreciar la figura del sacerdote/chamán aparece íntimamente ligada al rito.

¿Cuáles son las principales características del esoterismo? Bien, se distinguen, principalmente cuatro pilares básicos en los que una corriente esotérica se asienta. En primer lugar distinguimos que es una disciplina del arcano, o del secreto, esto implicaría a un cierto número restringido de iniciados en dicha disciplina junto con la necesidad de que ciertos aspectos de la misma permanezcan, estrictamente, bajo secreto. También existe un modo de transmisión, esta transmisión de maestro a discípulo implica una determinada validez o legitimidad en el conocimiento y la cadena de esta transmisión debe ser clara y llegar hasta un personaje histórico con un cierto reconocimiento. 
Después, el tercer elemento, sería una cierta relación de correspondencia, según la cual existirían determinados nexos de unión que abarcarían todos los elementos del Universo, estas correspondencias no son evidentes y requieren de estudio para ser descifradas. Lo visible se relacionaría con lo invisible, el Microcosmos con el Macrocosmos, etc. Existe un axioma hermético que vendría a ilustrar esta relación: “lo que está arriba es como lo que está abajo.” Finalmente la cuarta característica sería la Naturaleza misma, esta ocupa un lugar esencial dentro del Cosmos y en torno a ella, ya que esta vive en todas partes, será donde se funde la Magia.

 La diferencia entre el saber esotérico y el saber científico radica en que este último accede a los conocimientos mediante una observación, un razonamiento y cierta experimentación, acede mediante determinadas hipótesis que después se ven fundadas como teorías y de ahí pasan a ser conocimientos, es un acceso de carácter más, digamos, físico. Mientras   que los conocimientos de corte esotérico tendrían un acceso de tipo espiritual, al ser este mediante la intuición. Aquí surge la división entre las ciencias y el esoterismo, pese a compartir una forma de acceso, esta sería mediante un método, la primera busca una suerte de “verdad” universal y exotérica, accesible para cualquiera, y lo segundo busca, mediante la espiritualidad, acceder a cosas que están más allá de todo lo mediable y cuantificable.

Para las ciencias catalogar algo como “esotérico” acarrea un carácter peyorativo, sin embargo toda ciencia actual tiene sus raíces en estos pensamientos esotéricos. Por ejemplo la astronomía nace de la astrología o la química de la alquimia, etcétera.
Las corrientes esotéricas iniciales pertenecientes a la Antigüedad clásica serían las siguientes: El Orfismo, el Pitagorismo y el Hermetismo, según su orden de aparición.

El Orfismo fue una corriente religiosa de la antigua Grecia relacionada con Orfeo, el maestro de los encantamientos. Puesto que esta corriente posee elementos de los cultos mistéricos será también conocida como Misterios Órficos. El credo de esta filosofía vendría a suponer una suerte de oposición a las tradiciones ya impuestas dentro de las ciudades griegas, una nueva concepción del ser humano y su finalidad, su destino. Este Orfismo cuestiona la religión imperante en la Hélade de dos formas, la primera al nivel de pensamiento teleológico y la segunda de prácticas y comportamientos. Aquellos que participan en el Orfismo son una especie de vagabundos que caminan errantes de ciudad en ciudad, impartiendo su doctrina a aquellos iniciados y cuestionando las ya vigentes, los miembros de esta secta estarían al margen de cualquier forma de política y serían practicantes de sus ritos mistéricos y un ascetismo particular, pues tenían prohibido el comer carne, derramar sangre animal o vestir tejidos de lino. Lo importante de estos órficos será la huella que dejen tras de sí y cómo marquen a los pensadores de la época. Es aquí donde se ve la idea dualista que adoptará Platón, sin ir más lejos, basada en que todo ser tiene cuerpo y alma, siendo el alma eterna e indestructible y el cuerpo un mero receptáculo de la misma. Esta alma estaría sujeta a una rueda de reencarnaciones hasta purificarse y ser digna de reintegrarse en el ámbito divino.

El Pitagorismo, fundado por Pitágoras de Samos es un movimiento filosófico y religioso perteneciente a mediados del siglo VI a.C. los seguidores de este pensamiento fundaban la llamada Escuela Pitagórica, una secta conocida por estar constituida por filósofos, matemáticos, músicos y astrónomos con un punto en común, la creencia de que todas las cosas son, en esencia números. Este movimiento fue el que creó los números irracionales, que fueron mantenidos en secreto hasta que, según se dice, el pitagórico Hipaso de Metaponto reveló su existencia y fue ahogado por ello. El pentagrama, pentáculo o pentalfa, más conocido como “estrella de cinco puntas” era su símbolo religioso, al cual denominaban “salud”. El pensamiento de esta corriente estaba dominado por las matemáticas y, al tiempo, era de un profundo misticismo. No existe un acuerdo sobre si el mismo Pitágoras transmitía enseñanzas, pero algunas ideas como la de la transmigración del alma se consideran de una importancia demasiado relevante como para que hayan sido añadidas por un mero discípulo. Pitágoras estaba tan interesado en la ciencia como en el destino del alma, tanto en lo más físico como en aquello de corte espiritual, para él la ciencia y la religión eran aspectos inseparables y que debían constituir una cierta unidad. Su pensamiento se basaba en que tan sólo mediante la contemplación del principio de orden manifestado en el universo, especialmente en los movimientos regulares de los cuerpos celestes, y asemejándose asimismo a ese orden, se podría ir purificando, progresivamente, el hombre hasta terminar por liberarse del ciclo del nacimiento y adquirir la inmortalidad.

El Hermetismo se basa en una serie de escritos supuestamente aparecidos en Egipto atribuidos a Hermes Trismegisto, llamado así por ser el tres veces grande: “el filósofo más grande, el sacerdote más grande y el rey más grande.”[1] Esta tradición corresponde al periodo de la dominación romana (entre los siglos I y IV d.C.) y se funde con el entramado propio del neoplatonismo y el cristianismo ya incipiente. Para el Hermetismo la realidad se configura en función a una triada, esta sería Dios, el Cosmos y el Hombre, tanto en orden de importancia como en orden de aparición. Dios sería un cosmos inmóvil, el cielo un cosmos móvil y el hombre un cosmos racional, con la capacidad de elevarse hasta el creador o el demiurgo, Dios. Todos los seres estarían unidos mediante una especie de cadena simpática, el hombre sería la imagen del Cosmos que, a su vez, es producto de Dios, el aliento del demiurgo sería el responsable del movimiento de los astros y de la cadena simpática que uniría a todos los seres de la creación. Esta relación crea una dependencia necesaria y una suerte de maquinaria, perfectamente engrasada, cuyo motor inmóvil sería la deidad misma, para Tomás de Aquino el fundador de esta corriente ya previno la llegada del cristianismo y será quien asiente las bases de este. En el Hermetismo existen una suerte de fuerzas que actúan sobre todo, estas serían la providencia, la necesidad, el destino y la eternidad. Fuerzas como la muerte o el vacío no tendrían cabida en esta filosofía al ser estas contrarias a la idea del universo hermético, este universo estaría pleno y vivo, y los entes que lo rigen actuarían de forma constante, eterna e inmutable. 

Volviendo un poco sobre mis pasos en el texto, mencioné antes la existencia de ritos ligada a la figura del sacerdote, chamán o como se le quiera llamar. Estos ritos serían una forma de alcanzar una comunión con la deidad (o conjunto de deidades), reclamar su atención en ocasiones concretas y/o pedirle una cierta concesión, ya sea esta un milagro más o menos notable. Estos ritos no sólo van destinados a la deidad misma sino también a la purificación de los individuos que en ellos participan para hacerlos merecedores de esa voluntad divina regidora. Pueden tener como objetivo desde buscar el provocar la lluvia para favorecer las cosechas hasta perseguir la ayuda de la divinidad a la hora de entablar una guerra.

Estos ritos se realizan con una determinada guía, sería la del oficiante que actuaría como una catalizador de la voluntad divina, este emprendería una especie de camino platónico hacia ella, en primer lugar de ascenso, esto sería reclamando su atención como se ha mencionado en el párrafo anterior, acto seguido vendría el camino de descenso o bajada de la deidad a través de un favor divino, el cual podría ser considerado como una manifestación de su poder.

Sin embargo no todos los ritos precisan de un oficiante, muchos de ellos son aprendidos y pertenecen a la esfera de lo exotérico, a la cual los profanos también tendrían acceso, estos serían ritos de no mucha importancia y más destinados a la búsqueda de la purificación del alma del individuo. Por poner un ejemplo más actual, podríamos decir que el acto de rezar, en nuestra religión cristiana, pertenecería a la esfera de lo exotérico puesto que podría hacerlo cualquiera y, por otra parte, estaría en la parte esotérica y no disponible para el común de los profanos, el acto de bendecir el pan y el vino o de realizar la misa o eucaristía.

Vaya, podemos ver, perfectamente además, las raíces del cristianismo plenamente en bruto, como vemos la tradición esotérica es algo que se ha mantenido y ha llegado, incluso, hasta nuestro tiempo. Se ve que el ser humano alberga inquietudes que trascienden, que van más allá, de lo necesariamente empírico, demostrable y, en cierta forma, medible o sopesable. Siempre ha existido esa necesidad de espiritualismo inherente al ser humano. Desde que el humano entierra a sus muertos con un fin diferente al evitar la enfermedad o esquivar la putrefacción del cadáver en cuestión, es decir, cuando esta necesidad deja de responder a un cierto anhelo natural común para otro tipo de animales y pasa a ser de un anhelo espiritual podemos decir que las semillas esotéricas se vieron ya plantadas en el campo de lo humano.

¿Hasta qué punto esta necesidad, puesto que así es, de una creencia en lo superior al hombre, ya traten estas creencias a cerca de deidades, criaturas mitológicas, magia, etcétera, es innata? Han corrido ríos de tinta al respecto de esta cuestión y no se ha llegado a hallar una explicación satisfactoria para las partes enfrentadas en esta disputa.

Como conclusión, los conocimientos esotéricos no tienen por qué tener una relación con la magia, la hechicería, la demonología, ni nada que pueda pasar por ese rasero, puede referirse a conocimientos de acceso imposible, o difícil, para los profanos dentro de un campo de conocimiento concreto. Por otra parte, es notabilísima la influencia ejercida por el esoterismo egipcio e hindú en el desarrollo de la filosofía griega y, con ello, en su desarrollo como cultura, así como en el desarrollo de cultos o sectas, propiamente dicho, que servirán como modelos fundamentales para una de las mayores sectas del mundo: el Cristianismo.



[1] Podemos ver como el unir la Religión, la Política y el Pensamiento  no es ninguna novedad sino que ha estado presente desde siempre.

3 comentarios:

  1. Hola, Julio. Interesante escrito. Solo una cosita: ¿No te das cuenta de lo difícil que se hace la lectura con ese fondo? Si lo cambiaras...
    Gracias.

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    1. En primer lugar, muchas gracias, y sí, he tenido unos problemillas con el fondo... Se ve que mi gusto por lo barroco no deja de perseguirme y no es compartido por todo el mundo, o, al menos, no le hace fácil la lectura a la gente. Ya he "enmendado" el error aunque no sé si lo habré empeorado (aún) más. Espero que con el nuevo diseño vaya mejor.
      Gracias a ti y un saludo.

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  2. Hazle caso a tu padre, ande. Te recomiendo un fondo liso, a ser posible blanco. Eso lo agradeceríamos los sufridos lectores.
    Saludos.

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