El
esoterismo de la antigüedad clásica hunde profundamente sus raíces tanto en la
cultura egipcia como en la asiática, esto fue posible gracias a las rutas
comerciales que se extendían, como una inmensa telaraña, por todo el mar
Mediterráneo.
Esta red
permitía tanto el intercambio comercial, como el intercambio cultural con todo
lo que esto trae consigo: distintas religiones que entran en contacto –y en
conflicto-, nuevas corrientes de pensamiento que confluyen entre sí, y, en
resumidas cuentas, una apertura en la visión y en la concepción del mundo de
los helenos. No sólo estas culturas entraban en contacto en el territorio de la
Hélade, sino que los habitantes de la misma Hélade eran muchas veces los que
emprendían viajes a otros territorios, movidos por la avidez de conocimientos
o, simplemente, por fanfarronería y la posibilidad de hacerse notorios en su
sociedad en base a estas travesías o a lo que traían consigo.
Pasemos,
ahora, a un estudio etimológico de la palabra “esoterismo”, la cual, por
cierto, proviene del griego ἐσώτερος, lo cual significa “íntimo”, “de uno
mismo”, “interior”, unido al sufijo –ismo, un sufijo que denota algún tipo de
teoría o corriente de pensamiento. Esoterismo se utiliza para definir un
conjunto tanto de enseñanzas como de pensamientos, ritos o prácticas, además de
tradiciones de una corriente de corte sectario (ya sea esto reconocido o no)
que implican ciertos secretos de difícil acceso y tan sólo asequibles para los
iniciados en la corriente misma, siéndoles estos negados a los profanos. Esta
definición es contraria al concepto de exotérico, estos conocimientos sí que
serían de fácil acceso para cualquiera y admitiría a los profanos.
Sin
embargo, pese a ser este vocablo propio del griego no sería hasta el siglo XIX
cuando este fuera acuñado con su correspondiente definición, hasta entonces, a
falta de una palabra que reuniera en una todos estos conocimientos se utilizaba
“esotérico” en referencia a estos “secretos” de forma más específica.
Ahora
bien, existen numerosas formas de considerar a este esoterismo, podríamos
definirlo como una epistemología de corte Metafísica con el objetivo de
penetrar en la verdad, de buscar hacer esta accesible al iniciado. Puesto que
cada corriente esotérica posee un cierto método de acceso a esta “verdad” o,
por lo menos, un método con cierto rigor para buscarla podríamos considerar que
tiene, en dicho método, un cierto cientificismo. Actualmente este esoterismo
está tan mezclado entre sí que ha perdido gran parte del rigor originario, por
no decir que lo ha perdido casi por completo, lo que antaño era una forma de
acceder a la verdad tan válida como cualquier filosofía vigente actualmente se
ha convertido en un conjunto de supercherías, mitos y lo que comúnmente se
conoce como “cuentos de vieja”.
Pero no
vamos a centrarnos en el actual estado del esoterismo puesto que esto no
compete al presente trabajo, centrémonos pues en sus orígenes en nuestra
cultura occidental. Orígenes que, como ya se ha mencionado anteriormente, nacen
en el seno de la Grecia antigua, después serán heredados por Roma y terminarán
calando en el Cristianismo hasta llegar a nuestros días. ¿Cómo podemos
demostrar esta transferencia de pensamiento esotérico? Muy sencillo,
utilicemos, por ejemplo, la figura del ángel.
En el
antiguo Egipto eran conocidos como Afries,
aunque en su mitología estos no aparecen como figuras angélicas diferenciadas
como lo harán posteriormente en el Cristianismo, aquí veremos incluso
divisiones y jerarquías angélicas.
En el
hinduismo estos seres eran llamados Devas,
estos serían “seres luminosos” como su propio nombre indica, la palabra viene
del sánscrito, concretamente de la raíz div
que significa “brillar”. Aunque el término se utilice para designar a seres que
se asemejan a los ángeles, tal y como nosotros los conocemos, también es
utilizado para designar a toda entidad invisible a nuestra vista. Zoroastro,
sin embargo, transformará a estos ángeles, estos Devas, en seres malignos. Nada que difiera de la concepción
cristiana de Demonios.
Ya en
Grecia aparecerá de la mano de la filosofía Socrática, esto es en los textos
del mismo Platón, la figura del Daimon,
aquí aparecen como seres interiores y propios de cada individuo, no como
intermediarios entre la deidad y el hombre, podemos tomar al Daimon como un espíritu inspirador. Se
dice que era el Daimon quien
aconsejaba qué hacer, por eso Sócrates le daba tanta importancia a tener un
buen Daimon. Como curiosidad, serán
la diosa Nike y su hijo Eros quienes sirvan de modelo para las imágenes
angélicas posteriores.
Lo
romanos posteriormente adoptarán la idea de Genios,
estos eran los poderes que producían la vida y acompañaban a los hombres como
guardianas y protectores a lo largo de toda ella. Para Horacio cada humano era
acompañado por un Genio en concreto,
el cual actuaba de forma arbitraria y poseían un carácter voluble, podía
mostrarse amistoso o, por el contrario, oponerse al humano al que acompañaba en
cualquier momento. Para Servio, al contrario que para Horacio, serían dos los Genios que acompañan al hombre, uno lo
conduciría al bien y el otro al mal. Para los romanos estos seres serían
emanaciones de los dioses y eran adorados, especialmente, en el día del
cumpleaños.
Estas
tradiciones iniciales, que serían la egipcia y la hindú serán las que se abran
paso en el pensamiento griego gracias a las figuras de Platón y Pitágoras, los
cuales viajaron, el uno a Egipto y el otro a la India, con el objetivo de
expandir su saber. Cada uno en su respectivo viaje trabó contacto con ciertas
sociedades espiritistas y adquirirán ciertos conocimientos iniciándose en ellas
que después encontrarán su reflejo en su pensamiento filosófico, de ahí pasarán
a la sociedad vigente y sembrarán las semillas que recogerá más tarde el
cristianismo.
Podemos
apreciar aquí cierta transición en la idea de lo ángeles, en cómo esta se ha ido puliendo, depurando y acomodándose
a la tradición vigente. Esto es sólo un ejemplo de esta herencia esotérica que
le debemos a la cultura egipcia e hindú y, por ende, a Platón y a Pitágoras.
Poco a
poco este cultivo de formas de pensamiento y prácticas esotéricas se irá
volviendo cada vez más rico y complejo al ir aumentando el número de culturas
que influyen en él con el paso del tiempo.
Algunas
escuelas de la antigüedad clásica enseñaban ciertos conocimientos y doctrinas
accesibles a todo el mundo, esto serían los denominados conocimientos
exotéricos, que se impartían al aire libre, mientras que reservaban otro tipo
de conocimientos, ocultándolos, sólo para ciertos iniciados, estos serían los
conocimientos esotéricos, los cuales se administraban en el interior de las
escuelas.
Los
discípulos de Pitágoras eran divididos en exotéricos y esotéricos, los primeros
eran meros aspirantes que tenían que demostrar su valía para acceder a
determinados conocimientos restringidos mientras que los segundos ya gozaban
del acceso a estas enseñanzas y se iniciaban, propiamente, en las doctrinas del
maestro.
Platón
lo concebía de otro modo, para él los exotéricos serían quienes tendrían acceso
a su pensamiento filosófico, expuesto en sus diálogos, fácilmente asequible, y,
por otro lado, los esotéricos que participarían en una filosofía más técnica y
reservada.
Aristóteles
heredará el modelo de su maestro y dividirá sus obras en esotéricas o
acroamáticas y exotéricas, en este caso su división se basaría, no en las
cuestiones o las soluciones que se plantean sino en las formas y los
procedimientos de exposición. En las exotéricas se exponen los argumentos más
claros y en la parte contraria, en las obras esotéricas o acroamáticas, se
darían los más oscuros o decisivos.
Esto
refleja, sin lugar a dudas, el elitismo notablemente presente en la sociedad de
la época. Sin embargo este método de enseñanza ha ido pasando de sociedad en
sociedad, no sólo en el ámbito filosófico o más religioso/espiritual, también
se aplica en el modelo de las ciencias. En las cuales existen ciertas
cuestiones de fácil acceso y de una gran divulgación y otras más oscuras y
complejas de las que apenas se tiene constancia a menos que uno se inicie en ellas.
Podemos
apreciar, de este modo, el núcleo esotérico presente en la religión cristiana,
el pueblo tendría acceso a ciertos ritos y conocimientos desde fuera mientras
que la forma de acceder y realizar dichos ritos sería mediante el ingreso y la
iniciación, de un modo más activo, en la religión misma. Aquí vemos la figura
del sacerdote, ya presente desde el chamán primitivo hasta nuestros tiempos.
Esta
figura sería la del hombre que ha logrado una mayor comprensión espiritual de
la religión establecida, la cual imparte mediante dogmas al pueblo llano. La
forma de impartir estos dogmas varía de una religión a otra o, en la misma
religión, en función al paso del tiempo. Como podemos apreciar la figura del
sacerdote/chamán aparece íntimamente ligada al rito.
¿Cuáles
son las principales características del esoterismo? Bien, se distinguen,
principalmente cuatro pilares básicos en los que una corriente esotérica se
asienta. En primer lugar distinguimos que es una disciplina del arcano, o del
secreto, esto implicaría a un cierto número restringido de iniciados en dicha
disciplina junto con la necesidad de que ciertos aspectos de la misma
permanezcan, estrictamente, bajo secreto. También existe un modo de
transmisión, esta transmisión de maestro a discípulo implica una determinada
validez o legitimidad en el conocimiento y la cadena de esta transmisión debe
ser clara y llegar hasta un personaje histórico con un cierto reconocimiento.
Después, el tercer elemento, sería una cierta relación de correspondencia,
según la cual existirían determinados nexos de unión que abarcarían todos los
elementos del Universo, estas correspondencias no son evidentes y requieren de
estudio para ser descifradas. Lo visible se relacionaría con lo invisible, el
Microcosmos con el Macrocosmos, etc. Existe un axioma hermético que vendría a
ilustrar esta relación: “lo que está arriba
es como lo que está abajo.” Finalmente la cuarta característica sería la
Naturaleza misma, esta ocupa un lugar esencial dentro del Cosmos y en torno a
ella, ya que esta vive en todas partes, será donde se funde la Magia.
La diferencia entre el saber esotérico y el
saber científico radica en que este último accede a los conocimientos mediante
una observación, un razonamiento y cierta experimentación, acede mediante determinadas
hipótesis que después se ven fundadas como teorías y de ahí pasan a ser
conocimientos, es un acceso de carácter más, digamos, físico. Mientras que los conocimientos de corte esotérico
tendrían un acceso de tipo espiritual, al ser este mediante la intuición. Aquí
surge la división entre las ciencias y el esoterismo, pese a compartir una
forma de acceso, esta sería mediante un método, la primera busca una suerte de
“verdad” universal y exotérica, accesible para cualquiera, y lo segundo busca,
mediante la espiritualidad, acceder a cosas que están más allá de todo lo
mediable y cuantificable.
Para las
ciencias catalogar algo como “esotérico” acarrea un carácter peyorativo, sin
embargo toda ciencia actual tiene sus raíces en estos pensamientos esotéricos.
Por ejemplo la astronomía nace de la astrología o la química de la alquimia,
etcétera.
Las
corrientes esotéricas iniciales pertenecientes a la Antigüedad clásica serían
las siguientes: El Orfismo, el Pitagorismo y el Hermetismo, según su orden de
aparición.
El
Orfismo fue una corriente religiosa de la antigua Grecia relacionada con Orfeo,
el maestro de los encantamientos. Puesto que esta corriente posee elementos de
los cultos mistéricos será también
conocida como Misterios Órficos. El
credo de esta filosofía vendría a suponer una suerte de oposición a las
tradiciones ya impuestas dentro de las ciudades griegas, una nueva concepción
del ser humano y su finalidad, su destino. Este Orfismo cuestiona la religión
imperante en la Hélade de dos formas, la primera al nivel de pensamiento
teleológico y la segunda de prácticas y comportamientos. Aquellos que
participan en el Orfismo son una especie de vagabundos que caminan errantes de
ciudad en ciudad, impartiendo su doctrina a aquellos iniciados y cuestionando
las ya vigentes, los miembros de esta secta estarían al margen de cualquier
forma de política y serían practicantes de sus ritos mistéricos y un ascetismo
particular, pues tenían prohibido el comer carne, derramar sangre animal o
vestir tejidos de lino. Lo importante de estos órficos será la huella que dejen
tras de sí y cómo marquen a los pensadores de la época. Es aquí donde se ve la
idea dualista que adoptará Platón, sin ir más lejos, basada en que todo ser
tiene cuerpo y alma, siendo el alma eterna e indestructible y el cuerpo un mero
receptáculo de la misma. Esta alma estaría sujeta a una rueda de
reencarnaciones hasta purificarse y ser digna de reintegrarse en el ámbito
divino.
El
Pitagorismo, fundado por Pitágoras de Samos es un movimiento filosófico y
religioso perteneciente a mediados del siglo VI a.C. los seguidores de este
pensamiento fundaban la llamada Escuela Pitagórica, una secta conocida por
estar constituida por filósofos, matemáticos, músicos y astrónomos con un punto
en común, la creencia de que todas las cosas son, en esencia números. Este movimiento fue el que creó
los números irracionales, que fueron mantenidos en secreto hasta que, según se
dice, el pitagórico Hipaso de Metaponto reveló su existencia y fue ahogado por
ello. El pentagrama, pentáculo o pentalfa, más conocido como “estrella de cinco
puntas” era su símbolo religioso, al cual denominaban “salud”. El pensamiento
de esta corriente estaba dominado por las matemáticas y, al tiempo, era de un
profundo misticismo. No existe un acuerdo sobre si el mismo Pitágoras
transmitía enseñanzas, pero algunas ideas como la de la transmigración del alma se consideran de una importancia demasiado
relevante como para que hayan sido añadidas por un mero discípulo. Pitágoras
estaba tan interesado en la ciencia como en el destino del alma, tanto en lo
más físico como en aquello de corte espiritual, para él la ciencia y la
religión eran aspectos inseparables y que debían constituir una cierta unidad.
Su pensamiento se basaba en que tan sólo mediante la contemplación del
principio de orden manifestado en el universo, especialmente en los movimientos
regulares de los cuerpos celestes, y asemejándose asimismo a ese orden, se podría
ir purificando, progresivamente, el hombre hasta terminar por liberarse del
ciclo del nacimiento y adquirir la inmortalidad.
El
Hermetismo se basa en una serie de escritos supuestamente aparecidos en Egipto
atribuidos a Hermes Trismegisto, llamado así por ser el tres veces grande: “el filósofo más grande, el sacerdote más
grande y el rey más grande.”[1]
Esta tradición corresponde al periodo de la dominación romana (entre los siglos
I y IV d.C.) y se funde con el entramado propio del neoplatonismo y el
cristianismo ya incipiente. Para el Hermetismo la realidad se configura en
función a una triada, esta sería Dios, el Cosmos y el Hombre, tanto en orden de
importancia como en orden de aparición. Dios sería un cosmos inmóvil, el cielo
un cosmos móvil y el hombre un cosmos racional, con la capacidad de elevarse
hasta el creador o el demiurgo, Dios. Todos los seres estarían unidos mediante
una especie de cadena simpática, el hombre sería la imagen del Cosmos que, a su
vez, es producto de Dios, el aliento del demiurgo sería el responsable del
movimiento de los astros y de la cadena simpática que uniría a todos los seres
de la creación. Esta relación crea una dependencia necesaria y una suerte de
maquinaria, perfectamente engrasada, cuyo motor inmóvil sería la deidad misma,
para Tomás de Aquino el fundador de esta corriente ya previno la llegada del
cristianismo y será quien asiente las bases de este. En el Hermetismo existen
una suerte de fuerzas que actúan sobre todo, estas serían la providencia, la
necesidad, el destino y la eternidad. Fuerzas como la muerte o el vacío no
tendrían cabida en esta filosofía al ser estas contrarias a la idea del
universo hermético, este universo estaría pleno y vivo, y los entes que lo
rigen actuarían de forma constante, eterna e inmutable.
Volviendo
un poco sobre mis pasos en el texto, mencioné antes la existencia de ritos
ligada a la figura del sacerdote, chamán o como se le quiera llamar. Estos
ritos serían una forma de alcanzar una comunión con la deidad (o conjunto de
deidades), reclamar su atención en ocasiones concretas y/o pedirle una cierta
concesión, ya sea esta un milagro más o menos notable. Estos ritos no sólo van
destinados a la deidad misma sino también a la purificación de los individuos
que en ellos participan para hacerlos merecedores de esa voluntad divina
regidora. Pueden tener como objetivo desde buscar el provocar la lluvia para
favorecer las cosechas hasta perseguir la ayuda de la divinidad a la hora de
entablar una guerra.
Estos
ritos se realizan con una determinada guía, sería la del oficiante que actuaría
como una catalizador de la voluntad divina, este emprendería una especie de camino platónico hacia ella, en primer
lugar de ascenso, esto sería reclamando su atención como se ha mencionado en el
párrafo anterior, acto seguido vendría el camino de descenso o bajada de la
deidad a través de un favor divino, el cual podría ser considerado como una manifestación
de su poder.
Sin
embargo no todos los ritos precisan de un oficiante, muchos de ellos son
aprendidos y pertenecen a la esfera de lo exotérico, a la cual los profanos
también tendrían acceso, estos serían ritos de no mucha importancia y más destinados
a la búsqueda de la purificación del alma del individuo. Por poner un ejemplo
más actual, podríamos decir que el acto de rezar, en nuestra religión
cristiana, pertenecería a la esfera de lo exotérico puesto que podría hacerlo
cualquiera y, por otra parte, estaría en la parte esotérica y no disponible
para el común de los profanos, el acto de bendecir el pan y el vino o de
realizar la misa o eucaristía.
Vaya,
podemos ver, perfectamente además, las raíces del cristianismo plenamente en
bruto, como vemos la tradición esotérica es algo que se ha mantenido y ha
llegado, incluso, hasta nuestro tiempo. Se ve que el ser humano alberga
inquietudes que trascienden, que van más allá, de lo necesariamente empírico,
demostrable y, en cierta forma, medible o sopesable. Siempre ha existido esa
necesidad de espiritualismo inherente
al ser humano. Desde que el humano entierra a sus muertos con un fin diferente
al evitar la enfermedad o esquivar la putrefacción del cadáver en cuestión, es
decir, cuando esta necesidad deja de responder a un cierto anhelo natural común para
otro tipo de animales y pasa a ser de un anhelo
espiritual podemos decir que las semillas esotéricas se vieron ya plantadas
en el campo de lo humano.
¿Hasta
qué punto esta necesidad, puesto que así es, de una creencia en lo superior al
hombre, ya traten estas creencias a cerca de deidades, criaturas mitológicas,
magia, etcétera, es innata? Han corrido ríos de tinta al respecto de esta
cuestión y no se ha llegado a hallar una explicación satisfactoria para las
partes enfrentadas en esta disputa.
Como
conclusión, los conocimientos esotéricos no tienen por qué tener una relación
con la magia, la hechicería, la demonología, ni nada que pueda pasar por ese
rasero, puede referirse a conocimientos de acceso imposible, o difícil, para
los profanos dentro de un campo de conocimiento concreto. Por otra parte, es
notabilísima la influencia ejercida por el esoterismo egipcio e hindú en el
desarrollo de la filosofía griega y, con ello, en su desarrollo como cultura,
así como en el desarrollo de cultos o sectas, propiamente dicho, que servirán
como modelos fundamentales para una de las mayores sectas del mundo: el
Cristianismo.
[1] Podemos
ver como el unir la Religión, la Política y el Pensamiento no es ninguna novedad sino que ha estado
presente desde siempre.
Hola, Julio. Interesante escrito. Solo una cosita: ¿No te das cuenta de lo difícil que se hace la lectura con ese fondo? Si lo cambiaras...
ResponderEliminarGracias.
En primer lugar, muchas gracias, y sí, he tenido unos problemillas con el fondo... Se ve que mi gusto por lo barroco no deja de perseguirme y no es compartido por todo el mundo, o, al menos, no le hace fácil la lectura a la gente. Ya he "enmendado" el error aunque no sé si lo habré empeorado (aún) más. Espero que con el nuevo diseño vaya mejor.
EliminarGracias a ti y un saludo.
Hazle caso a tu padre, ande. Te recomiendo un fondo liso, a ser posible blanco. Eso lo agradeceríamos los sufridos lectores.
ResponderEliminarSaludos.